Bucear en la propia experiencia educativa como punto de partida nos ayuda a dirigir, a controlar el timón en medio del enorme océano.
Situados en el yo-discente analizo la escuela del pasado y verifico similitudes y diferencias con esta escuela presente."La escuela doliente del hoy"Una escuela en la que a menudo navegamos contracorriente, a menudo andamos saltando de islote en islote buscando el mejor de los botines.Buscamos la perla negra que gran número de navegantes nos van mostrando...mientras, la escuela diaria sufre..:(
Muchos tripulantes nos ahogamos en la lucha porque la batalla es dura...
encontramos tantas formas de salvarnos,tantas herramientas, tanta variedad que nos debatimos en el empuje de unas olas con otras y no llegamos a ningún puerto....
Y lo intentamos, buscamos la ayuda individual, personalizamos, buscamos la motivación, el aprendizaje con emoción, la flexibilidad...y, con un enorme esfuerzo en la tarea a veces llegamos a Ítaca. Otras, fracasamos.
Volvemos a alta mar y en esta experiencia vikinga destaco dos banderas imprescindibles para lucir en nuestros navíos:
1.- La importancia vital de hacer una programación real y necesaria para enseñar lo que hay que aprender para que el viaje sea exitoso ( un viaje ordenado, secuenciado, con todos los útiles necesarios y variados) Un trayecto en el que el capitán haga lo que haga lo haya meditado previamente y pueda defenderlo incluso al caminar por el tablón.
2.-La importancia de modificar la evaluación ¿de daños? Nos pasamos la vida haciendo recuento de errores. Es fundamental realizar un viaje más pausado, plantearse los logros individuales y grupales con satisfacción y alegria. Todos los vikingos son imprescindibles en el barco así como sus diferentes aportaciones.
Con estas expectativas reanudo la travesía hacia el segundo bloque de contenidos.
! Hasta pronto intrépidos.!
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